[jueves, noviembre 11, 2004]
El roto vitral angelical.
Estaba fijando la vista en lo corredores mas lejanos de mi viejo castillo, mis ojos examinan las oscuras profundidades en búsqueda de aquello que me perturbaba, el frio era abrumador, húmedo y penetrante, mis manos ardían en el sudor de la espera.
Mis oídos se comenzaron a quebrar con ese sonido entre agudo que producían esos pasos de tacones, cada vez mas cercanos, cada vez mas intensos aunque poco armónicos. Me retorcía el estomago pensando en la crueldad que podía encontrar, me sentía sin salidas, sin estructuras que tirar para escapar. Era todo tan extraño. Ya había pasado los minutos, y las horas, y mi quietud había vuelto, me había acostumbrado a ese instante. La noche había devorado el atardecer, y un cielo de estrellas se veía tras de mi, por ese roto vitral que me daba la espalda. A la luz de la vela las sombras re regocijaban espantosas ante mi vista, mientras una imagen angelical se encargaba de sanar mi pulso, era el reflejo del abandonado vitral. El sonido llego tan cerca que me cubrí el rostro y caí desplomado sobre el piso adoquinado pensando que mi muerte llegaba. Se me entumeció el cuerpo, algo me durmió en el mejor de los sueños, algo me estaba protegiendo, o transitaba mi muerte y estaba llegando a un mundo hermoso con colores que nunca había visto, con aromas que jamás había percibido, solo me aterraban los sonidos, intensos de todas las direcciones, rápidas y agudas, de espanto.
Mi frente recibió un golpe, dos, y tal vez mas, abrí los ojos y era la lluvia que penetraba el rajado dibujo de la ventana y caía como piedras sobre mi cuerpo, ese dibujo angelical reflejaba ahora sobre mi pecho. Era de día, y mi visión estaba algo nublada. Me sentía distinto, extraño, con fuerzas, como si algo hubiera pasado en esa noche, como si aquel sonido verdaderamente me hubiera encontrado.
Hoy muchos años después, mas de los que un hombre común pueda llegar a vivir, sigo en mi castillo, sabiendo que ya no soy el mismo, enterado de que me espera vivir una eternidad conectado con un tiempo infinito, tan distinto a lo que era, tan distinto a lo que fui, y todo gracias a ese vitral.
Me presento, Soy Lord Milmandel.
Escrito por PesoARGENTO -{-<@ 11/11/2004 11:54:00 a. m.
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